He estado unos
días afortunados en un lugar magnífico enclavado en un pueblo gaditano de la Sierra de Cádiz, denominado
El Gastor. Un lugar de reposo y armonía denominado Los Algarrobales, lugar que
recomiendo por su hermosura, tranquilidad, avenencia con la naturaleza, y
personalmente agradecer a José Antonio el trato tan afable que nos ha
proporcionado, así como su disponibilidad para hacer la estancia mucho más
agradable con su predisposición y amabilidad.
Pues bien desde este mágico centro
de operaciones se puede recorrer y descubrir con toda facilidad tanto la Sierra de Norte Cádiz como la Serranía de Ronda, ya que
se puede acceder a cualquier punto de esta comarca y no tardar más de cuarenta
minutos máximo en alcanzar sus pueblos y lugares emblemáticos.
La estancia ha sido de cinco días y
se puede empezar por visitar el mismo pueblo de El Gastor, así como la gran
cantidad de rutas naturales e históricas con las que cuenta esta población: la
ruta de senderismo del Tajillo-Tajo, la visita al Dolmen del Charcón o del
Gigante, por el que antes de su descubrimiento se debe hacer una agradable travesía
de senderismo y como recompensa llegar al dolmen. Se puede contemplar unos
restos de más de cuatro mil años de antigüedad que forma parte de un conjunto
de megalitos repartidos por toda esta comarca. Para terminar el día la vuelta
se torna aún más agradable al regresar a los Algarrobales, disfrutando de un merecido descanso y un baño relajante en la piscina.
Para el segundo día, decidimos
realizar otra mezcla de visita cultural y ocio, dividiendo el tiempo entre
la naturaleza, la antropología y la gastronomía. En primer lugar visitamos la Cueva de la Pileta, una cueva situada
en las cercanías de la población malagueña de Benaoján y donde se puede
disfrutar tanto de su belleza geológica con sus curiosas figuras formadas por
sus estalactitas y estalagmitas, así como lo que considero de las cosas mas
importantes de mi vida académica, sus pinturas rupestres, datadas las primeras
hasta el momento en 32000 años de antigüedad, pero lo que más llamó mi atención
fue su sincretismo pictórico, una mezcla de artes tanto franco-cantábrico como
levantino, estando la cueva ocupada desde el Neolítico Superior hasta la Edad del Bronce, pero esta
visita merece un articulo exclusivo. Después de la visita a la Pileta, nos encaminamos
hacia Benaoján, donde degustar sus magníficas carnes de ibéricos a la brasa,
todo una delicia al paladar. Posteriormente decidimos visitar la Cueva del Gato, para lo que tuvimos
que realizar una ruta de 5
kilómetros de sendero para poder contemplar esa
maravilla geológica, donde las gentes, tanto del lugar, como forasteros pueden
disfrutar de un magnífico baño refrescante en sus gélidas aguas.
El tercer día nos centramos, también
con mucho provecho, en la visita de las ruinas romanas de Acinipo, cerca de
Setenil de las Bodegas, donde surge casi por arte de magia, en lo alto de un
cerro, un majestuoso teatro romano de unas dimensiones colosales. También a
mitad de ladera se pueden visitar unas termas, reductos de una ciudad que se
levanto allí, en un tiempo lejano, a la que se la conoce como Ronda la Vieja. Desde Acinipo, a unos 7 kilómetros, se
encuentra el pueblo de Setenil de las Bodegas, coronado por su sensacional castillo y el cual posee una particularidad que lo hace casi único, como son
sus casas enclavadas en los abrigos de la montaña, destacando en su fisonomía
las calles de las Cuevas del sol y de la sombra. Después de una afable comida, nos encaminamos a nuestra última visita de ese día y no era otra que el
monumental Olvera, a unos 13
kilómetros por carretera comarcal pero que, desde luego,
merece la pena, ya que solo hace falta acercarte por carretera a la población
para darte cuenta de su esplendor, producto de la historia y de sus gentes.
Pudimos visitar el centro histórico y contemplar su castillo, formidablemente
rehabilitado, así como un museo que poseen en la base del mismo, donde se puede
hacer un recorrido tanto histórico como etnográfico de la población.
Ya en el cuarto día nos centramos en
lo que se puede denominar ciudad monumental de Ronda, que merece más de un día de
visita, pero que en esta ocasión, redujimos para hacer solo una toma de
contacto. Paseando por sus calles y visitando la Real Maestranza de Ronda, el
Museo Municipal y el Museo de los Bandoleros, destacando lo bien conservada que
está la plaza de toros y su esplendido museo que va emparejado en todo momento
con las historia de la ciudad.
Y el quinto y último día lo dejamos
para el ocio, al que le podemos poner nombre, Área Recreativa de Arroyomolino,
que está situado en la población de Zahara de la Sierra y en la cual se
encuentra una estupenda zona arbolada llena de mesas de madera y que posee una
playita artificial que hace las delicia de sus visitantes.
Antes de finalizar el artículo
quiero destacar que poseemos una gran riqueza cultural, etnográfica, histórica,
geográfica y gastronómica en nuestra provincia, y que invitamos a todas las
gentes del mundo a que la conozcan, como nosotros debemos salir y conocer otros
sitios y costumbres, porque todo ello nos hará mucho más ricos en conocimientos
y lograremos que nuestra alma se enriquezca para intentar hacer de este nuestro
mundo algo mejor. No quiero tampoco despedirme sin animaros a que dediquéis
unos días a conocer esta comarca. No dudéis ni un momento en alojaros en Los
Algarrobales, que como centro de operaciones es magnífico y donde podréis
asimilar con mucha tranquilidad y sosiego todos los conocimientos que aportan
estos lugares.
Juan Carlos Tamayo